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¡La belleza de la sublime gracia!
Jesucristo es el regalo del Dios Padre para todo aquel que Lo recibe (Juan 3:16); un Salvador de todo pecado (nuestros fracasos, nuestras vergüenzas) y un Libertador de toda atadura (temores que nos atormentan o hábitos que nos incapacitan). Su gran salvación fluye de la Cruz donde El murió; dando Su vida para pagar la condena de nuestros pecados (Romanos 6:23), y derramando Su sangre para brindar el perdón completo y gratuito al alma arrepentida (Efesios 1:7; 2:8) Luego, resucitó de entre los muertos, demostrando mediante Su poderosa Resurrección, la realidad de Su Triunfo y la fuerza de Su Poder para dar vida eterna a cada uno de nosotros que creemos en El. (Juan 11:25, 26; 14:6).
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