![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKTgq1dCzWuQsSHqY0wMK1WnXJOfkHzRjP0iN9LA31gmGa1e5P0Muyb7-nb5CxoP2aC5G37lPbIgLdo97UysW-E8EcD4RgtDysS_Pnma2Nps4I5kM6OYd5-qWzQ0PPrYTrQloOpOVM8J8/s320/Baptism.jpg)
¡La belleza de una divina capacitación!
“EL os bautizará con el Espíritu Santo,” describe el tercer distintivo ministerial de Jesucristo (Juan 1:33). Su intención para nosotros, quienes le seguimos, no es sólo de creer y recibir Su salvación y salud, sino de que podamos esparcir esa verdad y esperanza dondequiera que vayamos (Marco 16:15-20). Su poder y habilidad son necesarias en nuestras vidas. En el bautismo con el Espíritu Santo Jesús se derrama en el alma de todo aquel que se lo pide; dándonos “poder de lo alto” (Lucas 24:49), “derramando ríos de aguas vivas en nuestro interior” para fluir Su amor, gracia y poder a los demás (Juan 7:37-39), y al mismo tiempo nos lleva a nuevas dimensiones de alabanza, adoración y oración (Hechos 2:4; Efesios 5:18, 19; 6:18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario